miércoles, 19 de septiembre de 2012

Historias y Pasos Perdidos en Calles desoladas

Bueno entre libros y otras cosas no puedo dejar de hablar de uno de mis más grandes sueños logrados. Aunque desde hace muchos años por mi mente rondaba la idea de publicar un libro de poemas, porque quien no escribe poesías  en los encuentros consigo mismo, hoy se llego el momento y publico mi primer libro, porque ademas espero no sea el único, pero tras planearlos y escribir tanto este libro no es precisamente un libro de poesía. 

A ver, entre otras cosas, ya sembré un árbol, soy profesional, tengo una hermosa familia y algunas cosas que uno llamaría lujitos, el carro, un PC que me mata por la gran maquina que logre ensamblar... los que saben de esto se darán cuenta el orgullo que puede ser tener una maquina con 12 gb de RAM, 1 y 1/2 tera de disco, tarjeta grafica de 1 gb y una boar asus... Bueno, el libro, titulado como "Historias y Pasos Perdidos en Calles Desoladas" logro consolidar una obra que recoge un montón de cuentos inéditos, de esos que andaban guardados por ahí y que ahora se asoman a la luz pública y me llenan de orgullo. 

Después de revisar mi colección de escritos que creía son poemas, me llene de dudas y me sentí flojo en ese tema, así que asumí la labor de llevar a cuentos un montón de otras cosas escritas y aquí comparto con ustedes un par de fragmentos de unos cuentos que espero les genere algo cercano a lo que me generó a mi sumergirme en estos mundos y escenarios donde confluyen esos "yoes" que aparecen como personajes.

Los Sueños de Mateo
(...)Aunque ha visitado varias veces aquellos dominios
malignos, aún no ha encontrado la puerta a la que las
voces se refieren. Así que, como en otras ocasiones, decide
levantarse y escabullirse entre las ruinas y la selva
para buscar su propia salida. En ocasiones ha logrado salir
mientras algún alma entra para no volver y en sus recorridos
ha descubierto que puede llegar a casi cualquier
lugar de la ciudad. En medio de su fuga es seguido de
cerca por esa presencia maligna que le incita a dejar de
correr a rendirse.

—Este es tu lugar ahora —dice una voz oscura, que
no saldría de una persona normal, es como la de un ser
poseído, un demonio que habla a través de un cuerpo.
En su huida reconoce un lugar por el cual ya ha pasado,
decide entrar. Con sigilo, como si hubiese logrado
burlar a su perseguidor, se adentra en las ruinas y las
plantas, por demás marchitas. Ve unas ventanas que le
permiten asomarse al mundo real. Desde la oscuridad
puede ver, espiar a quienes duermen tranquilos y algo lo
estremece: podía ver a Andrea a través de una de las muchas
ventanas. Entonces se dio cuenta que a ella también
la observan las sombras. ¿Qué había en el alma de Andrea
para que las abominaciones que lo perseguían también se
interesaran en ella? ¿Tal vez, la seguían para encontrarlo
a él? Desde allí pudo darse cuenta de cómo somos observados
desde la oscuridad. Mateo pudo ver las cosas que
pensaba Andrea, entró a su mente y vislumbró en su recuerdo
y se halló en un lugar recóndito de su mente, en la
menor de sus preocupaciones, en el mayor de sus dolores.
Vio respuestas…
***
Ring, ring, ring. Mateo despertó exaltado por el timbre
del teléfono que lo trajo de nuevo al mundo de los vivos
justo antes de poder comprender del todo el interior
de Andrea. Al contestar, escuchó su voz triste diciéndole
que soñaba con él. (...)



Sabores, zumbidos, olvidos... 
antes del destierro
El fuerte golpe en la nuca me derribó. El mundo me da
vueltas. Ahí, con el rostro pegado al suelo y con el sabor
de la tierra en la boca logro mirar bajo la rendija de una
puerta maltrecha con muchos años de abrir y cerrar; una
puerta de madera vieja sin color o con el color de la madera
seca, construida sin técnica y áspera. Una puerta
hermosa si así se le quiere ver. Esto me lleva a pensar con
más ímpetu en la idea de que estoy en el campo. El sabor
de la sangre remplaza el sabor amarillento de esta tierra
arenosa sobre la que estoy tirado. Mis manos atadas a la
espalda no me permiten incorporarme y al intentar alzar
mi cuello el peso de una bota me lleva bruscamente
de nuevo a la tierra polvorienta, de verano largo, que
lentamente se va humedeciendo por el rojo de la sangre
que corre. (...)



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